He estado trabajando con un gran número de personas que a menudo están agotadas, no sólo por problemas de sueño sino por sus actividades diarias.
A muchos de nosotros nos agota estar rodeados de otras personas, hacer reuniones en vídeo, salir en público… y por eso empezamos a evitar esas actividades para conservar nuestra energía.
Poner límites y darnos espacio para descansar es algo absolutamente importante. Pero un exceso de este tipo de autorrestricciones a lo largo del tiempo puede hacer que no podamos relacionarnos con la gente, aumentando nuestro aislamiento y soledad, lo que sólo nos agota más.
He aquí un correo electrónico de un lector del otro día:
Como persona que lucha contra los síntomas del agotamiento, me resulta difícil sentirme identificado con la idea de la antifragilidad y la superación de los límites.
Eso porque el primer paso para alejarse de los síntomas del burnout es reconocer tus límites y NO traspasarlos hasta el agotamiento.
Sin embargo, estoy en este estado de agotamiento desde hace más de 2 años y parece que tratar de mantener mis límites me ha llevado a que mis límites se acerquen cada vez más a la nada. Puedo soportar menos estrés y excitación. Me estoy volviendo débil y frágil en lugar de más fuerte.
Me gustaría romper este círculo y construir poco a poco algo de resistencia.
¿Por dónde puedo empezar?
Empezamos por poner límites y crear tiempo para el autocuidado, el descanso y la reposición.
Pero también podemos practicar estar más relajados y menos agotados por nuestras vidas – a través de una práctica de relajación de nuestro «Detector de Amenazas».
Hablemos del Detector de Amenazas y de cómo funciona, antes de hablar de la práctica de relajarlo.
Cómo funciona el Detector de Amenazas
Una parte de nuestro hermoso cerebro humano siempre está buscando amenazas a su alrededor: depredadores, otros humanos que podrían querer atacarnos y señales sociales de que podrían echarnos de la tribu (lo que en nuestros primeros días a menudo significaba la muerte).
Así que buscamos estas amenazas, y el cuerpo se tensa ante ellas en respuestas de lucha, huida, congelación o cervatillo. Se tensa, listo para tomar medidas defensivas para protegernos.
Así es como se supone que funciona, pero como estamos en un entorno moderno, nuestro detector de amenazas está casi siempre activado. Nos preocupa ser juzgados por los demás, no cumplir las expectativas del grupo, no cumplir nuestras propias expectativas en estas interacciones. El correo electrónico, la mensajería y las redes sociales también desencadenan este mismo tipo de preocupaciones por ser juzgados o por no cumplir las expectativas.
Nos pone tensos y ansiosos. Esto es simplemente agotador.
Todo esto nos agota. Y, de nuevo, los límites y el autocuidado son absolutamente cruciales, pero al reducir nuestra actividad social, podemos limitarnos a la soledad y a una capacidad reducida de interactuar y hacer un trabajo significativo con los demás.
Así que podríamos incluir una práctica de relajación del Detector de Amenazas, para permitirnos estar menos agotados cuando interactuamos con el mundo.
La práctica de relajar el Detector de Amenazas
Puedes practicarla ahora mismo, ya que es probable que tu Detector de Amenazas esté activado en este mismo momento. Si no es así, puede que lo notes la próxima vez que interactúes con alguien, en persona, en videollamadas o incluso en mensajes/correos electrónicos.
He aquí cómo practicar:
- Haz una pausa. Vuelve a prestar atención a tus sensaciones corporales y comprueba si puedes notar un lugar en el que te sientas tenso. Puede ser una opresión en el pecho, el estómago, la cabeza o la mandíbula.
- Quédate. Mantén tu atención en la sensación de tirantez durante unos instantes, simplemente descansando la atención con suavidad y con apertura, sin juzgar. Incluso puedes adoptar una actitud de cálida compasión o amabilidad hacia la sensación, que al fin y al cabo sólo trata de protegerte de las amenazas percibidas.
- Respira. Respira profundamente en el vientre, dejándote llevar por una sensación de amplitud con cada inhalación y soltando la tensión con cada exhalación. Haz esto durante 5-10 respiraciones lentas y profundas, para ver si puedes relajar un poco la tensión.
- Cambia tu punto de vista. Esta es la clave: ¿puedes cambiar tu visión de la amenaza por otra que te dé una sensación de posibilidad, curiosidad o gratitud? Si estás con otra persona, en lugar de pensar en ella como alguien que podría juzgarte… ¿puedes verla como alguien con quien podrías sentir una sensación de conexión? ¿Podrías sentir curiosidad por este hermoso ser? ¿Podrías sentir la posibilidad de colaborar con ellos? ¿Podrías estar agradecido por tenerlos en tu vida? Prueba este tipo de puntos de vista y practica tratando de verlos como algo no amenazante y como alguien que puede llenarte de una sensación de asombro.
- Vuelve a respirar. Con este nuevo punto de vista, ¿puedes respirar y relajar tu tensión, y sentir una sensación de apertura, conexión, calidez y gratitud?
Evidentemente, esto no sucede con un toque de interruptor. Requiere práctica. No necesariamente «lo harás bien». No pasa nada, sigue practicando. Sé alentador contigo mismo.
Con la práctica, podrías ser capaz de relajarte en un grupo de personas, en cualquier reunión y en las interacciones y mensajes sociales online. ¿Cómo sería estar menos agotado y, en cambio, sentir una sensación de conexión, asombro y amor por el mundo que te rodea?
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